martes, 12 de junio de 2012

Un héroe espectacular

De tanto usarlos, nos olvidamos que adjetivos como «sensacional» o «espectacular» no provienen más que de sustantivos tan concretos como «sensación» y «espectáculo». Ahora que Rafa Nadal será un mito tras culminar su séptimo Roland Garros, vale la pena examinar las sensaciones y el espectáculo que éstos nos provocan. Una de las primeras sensaciones, absolutamente irreal, es la de que no puede fallar nunca. Le pedimos al héroe que sea eterno, esperamos que «La Roja» gane siempre, que Fernando Alonso suba cada carrera al podio, y el dogma de la infalibilidad precisamente contra quien juega es contra el público.

La victoria repetida es monotonía y un espectador que espera la infalibilidad debería reconocer honradamente que lo que busca es espectáculo de prepotencia, no deporte o arte en sí mismo.  Pero, como vivimos en la sociedad del espectáculo (donde lo importante no es lo que haces sino lo que parece que haces), no es improbable que gran parte de nuestro público de masas se mueva por ese inconfesable instinto. Los griegos fueron más justos con sus mitos: les daban la vida eterna de entrada y luego les permitían hacer perrerías y equivocarse. Lo más parecido actualmente a eso es el músico de rock o la estrella de cine y, de hecho, cada día más, los deportistas de élite asimilan comportamientos mi-méticos a esos artistas. Ahora bien, el mito deportivo lo que tiene es que siempre, al final, hay en él un momento de verdad. Por eso la droga no sirve al deporte como al arte. Porque, finalmente, lo que hace héroe al deportista es un hecho objetivable: una pelota que entra o un cronómetro que marca.

Si fuéramos un país serio, orgulloso y ordenado, el principal mito de Rafa Nadal sería el salto desde el meridional esforzado y desnutrido a la hermosura de una maquinaria física imparable, igual de cetrina, pero llena por todas partes de esos absurdos bultitos llamados músculos. Rafa Nadal, igual que Fernando Alonso (otro de nuestros mitos deportivos de ahora mismo), tiene además algo muy agradecido: ambos siempre se toman muy en serio el suceso, no a sí mismos.

Me parece también la forma más astuta y moderna de escapar a las obligaciones del mito. Toman las cosas de una a una y por eso seguirán ganando muchas veces. El héroe es absoluto, totalizador. Y el ser humano es individual, monista por naturaleza. Las cosas, de una en una.

La Razón -12 junio- Sabino Méndez

1 comentario:

  1. ¿Cómo lo hace señor Méndez, para llenar una columna de palabras como el que llena un globo, desde fuera parece algo grande pero por dentro está vacío?.
    Interpreto que le deben pagar muy poco por ellas, pero a veces de tanto ajustarse a lo que otros ponen un precio acaban valiendo eso.
    Saludos cordiales.

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